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viernes, 24 de enero de 2014

RELAPSO VI

- Este Tribunal, ante los hechos acaecidos, la aportación de nuevas pruebas, nuevos documentos, y sobre todo ante la desaparición de Raimon Smith (antes Milton), no ve indicios para valorar su culpabilidad o inocencia. Él creó este Tribunal para que el Enlace Técnico le juzgara, el Enlace no le juzga porque no puede condenarle, el Enlace es de nuevo Él pero sin que sepa su procedencia, por el momento, y de todos los que han podido acceder a esa papeleta condenatoria, sólo una persona ha podido sentir lo que sintió su piel cada instante en que pudo sentir Amor, sólo una persona sabe por qué nunca le entienden, sólo una persona ha aceptado el reto de relevarle desde hace ya 3366 años.
Mathilda Killsher oía al Gran Juez, sentada con todos los demás; junto al Gato, a Quino, al Señor Feliciano Felices, a casi toda la Corporación, muy pendiente de ella, junto a Amy, al lado de una señora muy guapa ya sin libreta,  a Karen, a un tipo raro con una camiseta que decía “ese cielo se repetirá”, junto a Kinaski que intentaba pasarla el número de teléfono, a Tere, a la Tata Madrina, a mi editora, a un tipo con un impermeable amarillo que había hecho doscientos kilómetros sólo para saber quien recogería el testigo y que antes de ser Capitán fue perro amarillo (por cierto). Todos ellos expectantes, unos con ganas de Crucifixión; otros, pocos, con ganas de Redención y otros (me temo que con un CI muy superior al mío) esperando al sucesor.
- La persona indicada es… (Sordina muy lejana, no redobles de tambores, tal vez una trompeta afinando)… ¡MATHILDA KILLSHER!
El ujier se acercó a Mathilda que permanecía sentada, madurando lo que se le venía encima, sus compañeros de asiento se levantaron aplaudiéndola unos, otros besándola, otros disimulando su enfado.
- Mathilda Killsher ¿acepta?
Mathilda no esperaba esa fórmula de protocolo, ¿qué era lo que tenía que aceptar?
- ¿Que si acepto? ¿el qué? (¿el qué? no lo dijo pero lo pensó). – Ssiiii (un si demasiado bajito, casi inaudible pero que no le hicieron repetir)
- Mathilda Killsher, en este momento queda declarada Culpable y continuadora de la búsqueda del Enlace Técnico.
La Sala se vacía, las papeletas condenatorias están en el suelo, algún papel aprovechado por detrás dice “Karen no sabe quién soy pero yo sigo buscándola”, un perro amarillo lo olisquea y sigue. Mi editora tiene trabajo. Cide Hamete se queja de que la gente no para, no hay viento, se petrifica, tampoco hoy se ha lavado. Mathilda se enfrenta a algo que no le es del todo desconocido pero ahora la carga la lleva ella sola; en el centro de la Sala no se la lapida pero está en el centro, a su alrededor los libros son lanzados por las ventanas, la Corporación murmura, todo le da igual porque quiere ser ella pero sufre una culpa, la de los demás, la de los que no se atreven, la de los que no sueñan, la de la gente que no quiere líos (pero pone la televisión para contemplarlos cómodamente); es posible que Mathilda no fuera la persona más indicada para suceder a Dios en la Tierra pero supo amar como sólo Dios ama.
- ¿Estás?
- Y ¿qué pasa con las “culpas” de los demás?
- Te refieres a las de Feliciano Felices, a las de Quino, a las de…
- Sí, qué pasa con las de los demás; con las de Milton, por ejemplo.

- Mathilda Killsher asume todas, aunque crea que sólo tiene una, la de su ser, pero irá perdiendo “su memoria” y reunirá en ella todo lo de los demás. Es Dios y está enamorada.

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