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sábado, 3 de mayo de 2014

REVOLVER

Se me ha pasado el viernes pero es igual. Olivia se ha puesto de botones largos para mi, creo que sabe lo que quiere y el precio lo pone siempre ella, no hay dinero, como de costumbre, así que habrá que esmerarse. He soportado el perico de Javi como buenamente he podido, lo del tonto del pueblo, que no es que sea genético sino producto de la cuarta o quinta síntesis del vete tu a saber que han puesto ahí para sintetizarlo, - yo creo que es asfalto puro y duro, bueno, pues eso, que creo que lo del tonto del pueblo ya no es tal, antes el tonto del pueblo las liaba y cuando veía las caras amenazadoras de los contertulios se reía todavía más y se quedaba, éste no, éste mantuvo el rol pastillador durante un ratín hasta que vió la puta genética de lo que se le podía venir encima y enhebró, - haciendo el tonto del pueblo pero enhebró, jugando al fútbol con no sé que farola, y a a distancia, en la luz de la noche, fría noche, putos cabrones que beben fumando y el resto muriéndose de frío. Olivia si sabe lo que quiere, los que no sabemos lo que queremos somos el resto. Cuando mira a los ojos, te dice muy clarito qué es lo que quiere pero nosotros pensamos en artes marciales del amor, en prototipos estratégicos de no se qué banda en la que ella sería el trofeo. El trofeo no es ella, ni tú siquiera eres el trofeo. El ganador es el que sepa vencer ese murallón que siempre ha habido y seguirá habiéndolo entre un hombre y una mujer. Cuando vemos ojos de gata, se nos olvida Platón, se nos olvida Joyce y se nos olvida el último poeta que nos hizo soñar en su dicción. Olivia se va a quedar con las mismas ganas que yo, pero se le olvidará lo mismo que a mi. Mientras tanto, me las piro de aquí, el evento socializante ha hecho echar en falta una buena copa de vino, unos pinchos bien servidos, una buena copa de Hendrix, una cama no caliente y un buen trozo de chocolate - y este último con trazas de fresa. Asi que abur.

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