A Verónica y a Jorge,
a Meg & Russ,
a Mati,
A Tere.
EPISODIOS
I. Andanzas de
un corredor en una cinta sin fin con fin y las observaciones hechas a los
zapateros en el árbol chopo diamantino que crece desde el suelo y se eleva como
una lechuga acabada en punta y es fresco en su invierno a la vez que
hospitalario.
Le están
saliendo unas yemas que presagian el cambio de los zapateros de lugar de
residencia y se muestran solidarios con el vaho lanzado para su cobijo y
defensa.
Unos salen,
otros esperan; pero todos saldrán un día y me lo explicarán sin que se lo pida.
Porque son
así, insectamente tranquilos en su letargo mágico y duradero.
Tal vez sea
necesario algún día pararse a entender éstas y otras cosas que pasan cuando nos
encontramos en el Parque.
¿Por qué hay
veces que no hay gente?
Enfrascado en
mi gorro y con el cuello alzado, he ido a verlos.
No estaban;
sólo dos zapateros aislados, cada uno en su cuevuco invitaban a rastrear por
los alrededores por si estuvieran por ahí agarrados por el culo porque hacía
bueno, el sol pegaba agradablemente porque no hacía aire; pero no estaban. En
su búsqueda me pareció ver a una hormiga solitaria que huía de la observación
mientras el rabilargo ostentaba su colorido de comic, triunfante por ser de los
pocos que paseaban por el suelo.
¿Y los
gorriones?
Ni uno. El
mirlo macho jugueteaba con la hojarasca entreteniendo a una pareja de viejos
que tal vez tuvieran una oportunidad después de la siesta; el canto de las
cotorras rompía el ecosistema. Mientras, las urracas pedían explicaciones.
II. Y ahora me
pregunto: ¿dónde estaba cuando había que luchar?
Sólo tienen
miedo los que conocen el miedo. Los que van cabalgando en su destino no lo
pueden conocer porque bastante tienen ya con poder agarrarse a la montura y no
caerse; caerse significa polvo, costra y desastre.
Pero ahora no
estamos en aquel jardín salvaje y oscuro donde las rondas perdonaban a los que
habíamos sucumbido mandándonos a la cama. ¡Cuánto horror ante esa aparición!
Salvadora y acogedora, pero terrible por su silencio, terrible por su silencio,
terrible por su silencio.
MI CONVENCIMIENTO
Estoy
convencido de que es fácil decirte lo que yo pienso y que tú seas capaz de
cerrar los ojos y dejar de seguir leyendo para comprender lo que quiero decirte
y que, como está impreso, jamás lo entenderías porque las palabras escritas
amarran y por ello nunca dicen nada. Sólo dicen para el que las escribe pero no
dicen nada al que de verdad están dirigidas. Si esta cuestión está realmente
aclarada, espero que cuando lo creas conveniente y, si notas que no te cuento
nada, sigas leyendo esperando que, por fin, te cuente lo que de verdad quieres
escuchar. Estoy convencido de que sólo es una cuestión técnica la que separa
nuestra relación y es posible, una vez más, que fracase en ello, pero lo
intentaré usando algún "truco"; cuando te pregunté - ¿estás? empezaré
a creer que a partir de ese momento ya te puedo hablar como si fueras yo.
A MI EDITORA
He consultado
a mi editora (editora de letra impresa) y me ha hecho las siguientes
observaciones:
1º.- Has
puesto dos veces "Convencido".
2º.- Es
subrrealista (ella decía surrealista)
Antes, el día
anterior, le había avanzado, de voz, la idea y me miraba como el que (por qué
tendrá una inteligencia tan elevada y tan poca imaginación) perdona al que, una
vez más, quiere salvar al mundo con su literatura a golpes de hacer que nadie
entienda lo que dice pero que deja entrever la gran obra del que nunca estará
preparado para exponerla (nunca entenderá por qué los genios nunca están
preparados para exponer, nunca entenderá que los genios son genios si alguien
los descubre, ellos no se descubren; son los descubridores de genios los que
los sacan de su ratonera y los muestran para que el mundo no siga de rositas,
ya vendrán luego los especuladores y harán negocio de lo que no entienden ni
entenderán en la puta vida); me dijo que lo que pretendía era imposible. - Es
imposible que el "lector" te interrumpa y te pregunte. - No es
imposible, es una simple cuestión técnica; ¿para qué sirve y de qué sirve que
le cuente cosas si el "lector" no es capaz de
"interrumpir"? ¿Quién soy yo más que el "lector"? Sus ojos
dulces pero de inteligencia casi mecánica me dejaban como al pobre tonto que
vive su propia locura y en la que se encuentra a gusto y en la que, cabe la
posibilidad de que, puede, puede que sea capaz de sacarlo adelante, si no se
cansa antes. Al día siguiente, tomando aire, una vez más, le pido que si tiene
tiempo para leer "Mi convencimiento", le dejo mi silla, - Son sólo
dos minutos. ¿Lo entiendes? Asintió. - ¡Dios, gracias!
- Has puesto
dos veces "Convencido".
- Necesito
dejar claro que estoy convencido de que es una pura cuestión técnica la que
separa al lector del que escribe (jamás diré escritor, espero) y - esta vez no
he corregido esas repeticiones de párrafo -.
- Es
subrrealista (ella decía surrealista).
Esto sí que ha
sido un palo. (Claro que es subrrealista). Es imposible utilizar la técnica
real para establecer esa comunicación, pero si empezamos a etiquetarlo como
subrrealista nos perderemos en lo que no queremos decir, por muy bello que
luego resulte. No hay nada tan imperfecto como el realismo para expresar lo que
realmente quieres decir. Estamos demasiado acostumbrados a ver la obra en un
marco cuadrado. El único marco que se le puede poner a una obra es el de la
fijación de las retinas de los ojos del que está contemplando o viviendo esa
obra -oírla, verla, sentirla -; el marco nunca puede ser cuadrado porque nuestras
retinas no enmarcan en cuadrado, enmarcan en lo que tenemos alrededor de lo que
nos fijamos, lo que le da la luz y el sentido a eso que "vemos, oímos,
sentimos". Pues, en ese "marco" quiero encontrarme con mi
"lector" y desde allí, juntos, contemplar la "obra" que se
descubre ante nosotros porque nosotros la hemos hecho posible, no porque
"yo" haya sido capaz de descubrirla sino porque alguien ha visto lo
mismo que "tú". Ese marco, en el que se ven sus límites mirando de
reojo y que nunca es cuadrado, hace posible con su luz (lo que es más
racional), la unión que pretendo y esa unión, querida editora, la verás tu de
los primeros.
PRIMER ¿ESTÁS?
- Ahora me
tienes que convencer, lo del marco está claro. - La palabra mágica y
repetitiva, la del convencimiento; - "Ahora me tienes que convencer"
(como si no supiera que si quiero "convencerla", al final lo consigo,
eso no quiere decir que le guste, convencida pero sin gusto; suena mal, ¿no?)
- ¿Estás ahí?
Tomo aire, me
la juego, ¿estás ahí, no? Dice que lo del marco está claro, - esto me pasa por
ser demasiado descriptivo - No estoy muy seguro si cuatro gintonics van a
ayudar pero me da igual, tú estás y eso es lo importante, - ¿sabes una cosa, me
siento como si fuera a examinarme? y me jode porque el que va a ser examinado
vas a ser tú, pero el que tiene que pasar la prueba soy yo así que relájate y
dime:
- ¿Qué tal has
dormido hoy? ¿Te has despertado muchas veces? ¿Te han llamado a mitad de la
noche (aún sabiendo que el teléfono está fuera de cobertura)? ¿Te has fijado,
realmente, quién estaba al otro lado del espejo? ¿Encendiste la luz antes? ¿Te
viste? ¿O lo viste? ¿Giraba el agua del lavabo en el sentido del hemisferio
norte o....? Lo siento, sé que no debía haber empezado así, pero es posible que
está sea mi tarjeta de presentación y espero que aunque no creas en mi, sí
aceptes una copa ¿te apetece? Es normal que tomes distancia, no soy el que
puedo parecer, no temas, de momento no soy malo. Sólo quiero conocerte.
- Se que a
veces duelen los huesos y los pliegues del culo no están lo mejor colocados que
uno quisiera a estas horas en que suena el despertador y estamos cerca del
despertar, porque hasta ahora no hemos conseguido despertar, - ¿Te imaginas que
le cueste tanto al sol levantarse por las mañanas? Con lo bonito que sería
poder apoyarse en el lavabo, con los brazos estirados teniendo todo el tiempo
por delante, hacer muecas americanas en el espejo, cepillarse los dientes con
mucho ruido, nada de diente por diente, formar un corazón con los labios y encogerse
de hombros para sonreír a la vida de esta mañana que acaba de empezar para ti;
pero este no es el caso. Esta mañana no es para ti, ¿verdad? hay que trabajar y
aún así ¿te has fijado alguna vez en lo que hay alrededor de ese espejo donde
te miras? ¿Nunca has sentido que algo se mueve o que se cambia de sitio sin que
se note "apenas"?
- Mi nombre es
Raimon Smith y ¿tú, te llamas?
- Una vez me
ocurrió, hace ya tiempo, tendría unos quince o dieciséis años, me miré al
espejo. Todos los día me miraba al espejo, para verme; era de día pero había
poca luz, la voz de mi madre estaba instalada en alguna parte, entre el techo
de la casa y alguna parte del aparador; más que instalada, como si fuera un
cartón insertado en escarpias balanceándose por la penumbra, estaba pegada como
cola de papel pintado y en algún momento sería capaz de descolgarse para caer
en forma de desodorante sobre los sobacos calientes de un adolescente que
estaba a punto de gritar porque el bello de su piel se erizaba al contemplar
cómo la imagen del espejo reflejaba la cara del diablo, tiznada de crema de
tapón de desagüe y con la misma mirada que ha tenido desde hace milenios; la
mirada la entendía pero era incapaz de sobrellevar el tizne de cloaca con el
que me estaba identificando. Desde ese día, sigo esperando que se repita lo
mismo, pero lo espero con espíritu macho.
- ¿Tienes
miedo?
- No.
LIBRETA
- Lo del
espíritu macho iba de coña.
- Ya.
El silencio no
dura mucho pero deja espacio suficiente para que tú tomes la libreta y me hagas
tumbar en el diván. ¿Estás?
- ¿Crees, de
verdad, que el que está al otro lado es el diablo?
- En
condiciones normales, supongo que debería seguir y obviar esta pregunta, pero
ya veo que no hay interrupciones y que tampoco estás impresionada por lo que te
estoy contando; de todas formas, ello no fue ni es una anécdota, viene pegada a
mí y con la manía que me ha entrado de andar a oscuras por la casa, a veces se
me hace tan frío y tan eléctrico que cuando voy a alcanzar algo que creo
localizado y no lo sitúo, me entran ganas de susurrarle - Ponlo en su sitio,
cabrón - pero por respeto o por duda, no lo digo; alargo más y más la mano,
rezando para que no me roce y cuando no puedo más...
- Enciendes la
luz.
- Si, ¿te ha
pasado?
- ¿Qué opinas
de mi?
- Creo que
eres muy inteligente, aparte de ser guapa. Supongo que esto último te habrá
incomodado.
- Estoy
acostumbrada a que cuando pido una opinión sobre mí, me digan que soy guapa.
- Lo eres.
- ¿Por qué
crees que soy inteligente?
- Tienes una
libreta en la mano (aunque ahora que me fijo, no apunta nada, y la libreta está
nuevita).
- ¿Es cierto
eso de que intentaste suicidarte rebañando el tapón del desagüe del lavabo y
metiéndotelo debajo de la lengua como si fuera un tripie?
- Si. No era
un suicidio, pero me parecía una muerte propia de nuestro tiempo, pero si no es
accidentalmente no creo que lo haga, me da muchísimo asco.
- ¿Sabes ya,
quien es el que está al otro lado del espejo? ¿No?
- Si.
- ¿Quién es?
- La Muerte
¿no?
- Se acabó el
tiempo, mañana seguimos.
Me ha dado
matarile, no quiere seguir el juego, ha dejado la libreta y se ha ido; no le
gusta mi juego; es posible que me haya regalado algo de tiempo por el
"tiempo" que ha perdido conmigo. Me entra pánico sólo de pensar que
no he sido buen anfitrión. Aunque no es la primera vez que viene a verme, esta
vez he querido ponerme por encima de ella y tratarla de tú y eso no le ha hecho
gracia. Trataré de disculparme la siguiente vez (espero que no sea la última).
Me cercioro de
que se ha ido realmente, alargo el cuello y grito a la habitación vacía - ¡El
conductor del autobús de ayer! Eras tú ¿no?, ¡te podías haber ahorrado el
numerito del tornillo! (llevándome al mismo tiempo el dedo índice a la sien con
pose atornilladora). ¡Valiente puta!
CARA QUEMADA
En mi caverna he sentido su presencia,
en mi monótono rondar;
Cara Quemada ha parado el tiempo,
su sonrisa, tan bella, ha llenado el tiempo.
Ella quiere ese beso. Dos niños
juntan sus labios en una silla de ruedas,
se sienten en silencio ahora,
los brazos caídos y esa mano en la que sólo se posa la
mariposa, no duelen los hierros ni las gafas pesadas que aplastan sus cargadas
narices repletas de gritos que necesitan respuesta,
y que ni el posible eco atiende.
Cara Quemada quiere ser amada,
no como ella ama sino sólo con un beso
que ella percibe
y extiende y me llega y me llena.
Quiero besarte Cara Quemada y entender tu secreto de amar.
Quiero verte desnuda y, por fin,
ver libres tus hombros cargados de incomprensión,
aunque luego retomen su camino y me dejes.
Quiero, por un instante, conocer tu secreto, mi amor.
QUINO
Los primeros
intentos han sido penosos. No hay comunicación. Mi amor lo ve negro y mi
editora prefiere saber qué es lo que quiero oír para así contestarme.
Educadamente no las he mandado a la mierda. Para colmo, hoy se han presentado
varios personajes que quieren encontrar su hueco, ellos quieren entrar en vez
de estar, dicen que es mucho más fácil para ellos y si sale mal siempre habrá
segundas partes. No por orden de aparición pero si por orden de "mejor
actuación ante las cámaras" presentaré a Filemón Felices, al que algunos
conocen mejor como Don Filemón, un abuelillo del cono sur al que le gusta
platicar y pasear del brazo de algún joven galán y servirse también de apoyo
por la forma charlotesca de andar, aunque no lleva bombín, si lleva bastón y lo
usa como si fuera bombín, saludando con él a los ojos de los que han reparado
que ha sido elegido para ser personaje importante del cuento; espero verle sin
galán. El segundo personaje es un gato de Lladró de una estantería de Chino; no
es gato, es gata, es "amarilla" y dicen que se le apareció a Cortázar
y a Burroughs, tiene la habilidad de transformarse en farola de carne y hueso y
está al tanto de las últimas tecnologías, usa tableta y tiene termomix; aunque
se transforme en farola de carne y hueso es fácil reconocerla por el gran
bigote que ostenta. Va a ser uno de los personajes con papel de malo. El
tercero es Pepe, cara de ángel fumado y alma de FP, podría haber sido tornero
fresador pero no lo es, es sordo o al menos nunca calla cuando se le pregunta.
El cuarto es la Bestia, éste es un saco de carne con ojos, de cabeza cuadrada y
que ahora le ha dado por beber; fue pareja de una columna de aparcamiento de
las que se mueven para que no arañes el coche, hizo de padre putativo y ahora
anda sólo. Hay otros más, pero quiero ahora presentar a Quino. Quino me ha
llamado esta mañana y me ha dicho - Buenos días Capitán, sin novedad en el
frente, ¿sigues bailando a la kizomba? le contesto con alaridos para sordos (Quino
es sordo, no como Pepe. Quino te escupe a la cara cuando habla, Pepe se pone
rígido y te aparta para meterte una ostia, que espero que nunca tenga que dar
porque es de los que son pequeñitos pero que atizan). - Oye, Capitán ¿qué pasa?
nos han quitado las sillas, esto...no es normal, esto... pero ¿qué quieren? no
se... - Tranquilo Quino, aguanta la posición, ¡con dos cojones! ¡Aguanta, a esa
mala puta! - No sé... es que esto es SURREALISTA. - Puede Quino pero, aguanta.
- ¿Estás?
Quino lee
revistas de la Legión, viaja al Carrefour y viste con "blusón". Los
días de invierno se calza una gorra de esas de cazador de conejos busbunis y
repasa con la frente cualquier superficie acristalada. No ha leído un libro
"decente" en la vida pero se ha dado cuenta de que esto es
Subrrealista (surrealista), me ha llamado (sólo me llama para darme novedades)
y ha conseguido que, ¡por fin! alguien vea lo mismo que todos han visto pero
ninguno se ha fijado. Quino necesita comer y le han quitado las sillas.
Gracias, Quino, perdona por haberte olvidado.
OOOO
III. Delante
de su mujer, Raimon Smith intentaba poner orden en su cabeza a todo lo que le
estaba ocurriendo desde antes del verano; antes de que hubiera conocido a
Mathilda, antes de que descubriera por qué los zapateros se habían fugado a la
farola ocupando sus pliegues engalanándola, preferentemente mirando hacia el
sur, abandonando a su suerte al chopo boleana, antes diamantino; herido y
querido; primero fueron las quince grullas en formación, avanzando hacia el
sur, justo cuando la temperatura cae debido al hueco que deja el sol sobre la
tierra después del amanecer, el pájaro loco por fin voló de frente
encaramándose a lo alto de sus ramas, picoteándolo, como de prueba, y escapando
de nuevo porque sabía que no era el momento; el otoño daba una tregua y
regalaba unos mediodías dulces y cálidos; cincuenta grullas surcaban el cielo,
los chopos lombardos, plátanos y boleanas alfombraban el camino sin dejar ver
la tierra; los patos no se dejaban ver y las garcetas blancas huían de los
domingueros; pero no pudo ordenar casi nada y tuvo que esperar a estar casi
solo para convencerse a si mismo que todo lo que le ocurría, ocurría de verdad
aunque a los ojos de "ellos" fueran mentiras; mentiras reales, pero
mentiras al fin y al cabo.
COMENTARIOS
- Realmente:
¿lo estás pensando?
Un amigo.
- Ese cielo se
repetirá.
Nomar.
AMDUAT
Hace frío, la
sala semicircular chorrea savia calcítica por sus paredes; hay tres puertas,
más bien mechinales, irregulares, de arco ojival muy estrechos y de diferentes
alturas (tal vez sean iguales, es posible que el efecto del semicírculo haga
que parezcan desiguales). Huele a verdín con leche y la luz acompaña, el suelo
es lo más frío de todo, sólo los dos brazos que me sostienen por detrás hacen
que pueda mantener el equilibrio y me ayudan a fijar mejor la atención, son
brazos fuertes, no puedo ver quién es pero sé que es amigo. Antes de emprender
el Amduat sabía lo de las tres puertas, es una trampa para no iniciados, todas
conducen al mismo sitio y no hay tiempo que perder. Rezo las oraciones de la
mañana, con celeridad pues no admite vuelta y sé que si lo hago despacio me voy
a confundir. Creo que paso por la del centro pero ya no me acuerdo. Estoy en la
Gran Sala, sonrío. Es exactamente igual que como la he "visto" otras
veces, no quiero fijarme en los detalles pero debería porque la vuelta tiene
que hacerse por el mismo sitio; es tan difícil volver que es como perder la
esperanza, pero si estoy aquí, debería ser capaz de encontrar la vuelta. Todo
luz, en primer plano curvas ascendentes, vegetación que decora o que oculta
algo, rebasando su horizonte hay una isla, pero el fluido que la rodea es
impreciso, el cielo es una gran sábana blanca, lo sé porque a veces se mueven
sus pliegues. Memorizo - Entrar por la derecha, tres escalones de piedra
(aunque, si miras más veces, son dos) - Es lo malo de fijarse en los detalles,
cambian.
Me cercioro
que llevo el equipaje necesario en la riñonera (siempre detrás): el ank dentro
de su bolsa protectora, la navaja para la fruta envuelta en un papel, un
bolígrafo BIC curvo, dos cordones y dos bolsas de plástico. No llevo buen
calzado y sé que voy a escurrirme más de una vez gateando por los terraplenes,
hay que ir hasta la isla, estoy ahora en una elevación del terreno y me
desanima la cantidad de caminos que hay entre "esa vegetación
decorativa" y una playa - sábana donde me encontraré con el barquero. Doy
la vuelta a la riñonera alrededor de mi cintura y saco la navaja, la
desenvuelvo cuidadosamente, el papel es muy fino y no quiero que se rompa,
dibujo un croquis y sobre él elijo el camino. Tengo muchas dudas, hay que
volver por el mismo sitio, cualquier alteración en la vuelta sería entrar en el
laberinto y solo de pensarlo sudo, mojo algo el papel pero una brisa aparece
para secarlo. Cierro los ojos, es el momento. Sonrío.
Hace un sol
espléndido, mis gafas polarizadas son un gran aliado. Ya no hay decorados, me
encuentro a gusto, por fin; reconozco el paisaje, los caminos, las suaves
elevaciones, los árboles, los pájaros y mi sombra. Tengo que encontrarme con
Gaby y lo reconoceré por la polvareda que levanta su rebaño de ovejas; asciendo
hasta la zona más alta, echo mano de uno de los cordones y con él apaño mi
calzón corto para que no me estorbe en las pequeñas escaladas necesarias para
llegar a lo alto de la colina. Un perro, esquelético, con decenas de moscas en
la cara, los ojos, la lengua, con el pelo raído, sucio y viejo se interpone en
mi camino, espera el momento y está cansado, no se inmuta por mi presencia, no está
a la sombra; aguanta el sol como si fuera lo único que le permitiera seguir
viviendo, en sus momentos de gloria pudo ser un mastín. Es Sultán, uno de los
cancerberos de Gaby. Éste se encuentra debajo de una encina, que da poca
sombra, pero que él la sabe aprovechar colocando de vez en cuando las ramas
impares de forma que creen una corriente de aire dirigida. Muy pocas personas
son capaces de hacerlo, Gaby sí.
- Buenos días,
Gaby.
- Buenos días,
te están esperando.
- ¿Me queda
mucho para llegar?
- Depende.
Gaby no me
mira, está pendiente de Linda, la perra que controla el rebaño. Linda sabe que
no puede dejar beber a las ovejas del agua del arroyo. - Las ovejas son tontas,
no puedo dejarlas beber del agua del arroyo. Se matarían entre ellas. No
interrumpo a Gaby. - La primera vez que vi una oveja fue en Rumanía en la TV y
mira... todo el mundo trabaja en lo que quiere.
- No siempre,
Gaby.
- Siempre o al
menos en el trabajo hay algo que te agrada.
- Gaby ¿a qué
hora estarás mañana?
- Puede que me
encuentres de vuelta a la una de la tarde. Te están esperando.
- Me dará
tiempo.
- No es fácil.
Emprendo el
camino, ascendente, dirección norte, mi sombra marca la dirección. Los
terraplenes, muy inclinados, hacen que resbale varias veces, los tobillos van
bien de momento. Remonto la colina de la fuente y el camino me obliga a
penetrar en un basurero de neumáticos y botes de pintura, escombros y ruinas
todavía por demoler; caigo en una trampa hecha con una caja de fruta que me
hace perder el equilibrio y me desorienta, pero estoy bien; mi sombra está a mi
izquierda, delante hay tres niños sodomizados en un barreño de zinc mirando una
hilera de hormigas desplazándose de un charco de sangre al agujero craneal de
un portero de fábrica, su mono azul de trabajo con un tirante caído es
picoteado por una urraca que, de vez en cuando, busca una aprobación pues no
está segura todavía de lo que tiene que hacer; una pareja de mirlos la acusan
de cobarde. Dos niños golpean, entonces, con una barra metálica la cabeza, las
rodillas y los tobillos del violador que no deja de sonreír en ningún momento.
- Ahora nos follaremos a tu hermana y se quedará embarazada y se tendrá que
casar. - Como se lo digas a alguien te volvemos a matar y nos volvemos a joder
a tu hermana; joder no, nos la follamos. El muerto se está cagando, reventado
se caga. El niño más pequeño se acerca y rodea la zona con cinta policial,
coloca un letrero "Ajuste de cuentas" Un viejo es apaleado por dos
soldados borrachos mientras otros dos roban a un vagabundo; una mujer, pequeña,
con gafitas que ve la escena flirtea con el más joven, éste se da cuenta,
abandona al vagabundo y cuando está cerca de ella le acaricia los pechos,
blancos, casi virginales, sólo un instante, - Te gusta ¿eh?, ella cierra los
ojos de placer, - Siii, él para, la
agarra por las tetas y la estrella contra la pared, el sonido del cráneo roto
se camufla con el de los cristales de las gafas que tiene clavadas entre la
nariz y las cejas pero no deja de sonreír- ¡Qué guapo! Hasta que una patada en
la cabeza la hace callar, sus pechos molidos descubren algunos billetes. - ¿Qué
llevas ahí? - ¡Trae pacá, zorra!
Un grupo de
gitanos fusila con pelotillas de acero a un niño en presencia de sus hermanos,
cagados de miedo; el jefe come un bocadillo de tortilla de ajo y se lo
restriega al mayor de ellos mientras sonríe; el violador sonríe viendo la
escena. No hay piedad. A diez metros se encuentran dos adolescentes, jugando a
ser hombres; uno con el pelo pintado con oleo marrón gime mientras le come la polla
al otro dejando caer la saliva en un bote pequeño, su trofeo, - ¡Qué
pollaaaaa!, el otro, mientras se deja hacer ordena los regalos que ha
conseguido por dejarse chupar la polla: un llavero, un ratón de trapo y una
bola japonesa. Justo detrás de ellos un soldado con los calzoncillos cagados se
acuesta con la novia de su hermano, ésta se lo quiere follar pero él disimula;
está muy cagado y se ha demostrado a si mismo que ella es una puta. Otro
soldado pasa, ve la escena pintándose las uñas y se suicida tirándose a un
pozo, después otro lo haría con su fusil. Me duele la garganta de no poder
gritar. Avanzo por una vía libre de obstáculos, larga y ancha. Busco
desesperadamente el norte y casi, de repente, veo en el horizonte las torretas
de oxigenación del Canal, ellas me conducirán, de nuevo al frío y húmedo
subsuelo.
VIA MUERTA
Fría por su propio ser,
paciente,
espera la puesta en marcha del que se enfrenta a la vía
muerta,
y la llevará, cargada hasta los topes, del carbón que tanto
necesita,
a toda velocidad,
porque su destino es el del que la gobierna.
Y su gloria será, esta vez, compartida.
El cree que la gobierna,
agarrado a la pala,
la llena y la sacia y, en su risa dantesca,
percibe el fundido espacio que le mantiene,
sólo para ella,
y no cesa porque su fuerza es su destino.
No hay marcha atrás.
No hay nieve, ni montañas, ni cielo, ni el aire fresco de la
mañana;
todo es vapor consumido,
escorias en estela,
testigos forenses mudos y ausentes;
fuego maldito que cobra su fruto en cada palada,
que no tiene freno.
Y sobre el puente de mando abriré los brazos
para entregarme a la eternidad.
IV. Una
bandada de hojas en el suelo se alejan para dejarme ver el anticiclón; asciendo
sobre la isobara y, para no molestarlas, aprovecho la fuerza centrífuga para proseguir
mi camino. He conocido el Universo, todo quietud y movimiento sólo en su
comprensión y he residido en la Tierra, excepción que hace posible el Caos. He
llorado mientras rompía tus huesos y cuando, accidentalmente rompía la cola,
hermosa, de una lagartija tranquila. Ahora quisiera encontrarla sobre mi tumba
para pedirle perdón; nunca hubo una cola de tanto color, ni un baño de sol tan
perturbado, las piedras lloraban y las niñas, inmóviles, esperaban un milagro;
serpientes vengadoras cumplían su función y removían montañas ya removidas para
hacer caer la Gran Cruz de la cúspide; el viento, eterno compañero, bañaba las
huellas del marciano asesino y pudo, de esta forma, saltar para poder acariciar
esas hojas que dejó en el camino.
He retomado la
carrera que emprendí hace tiempo. Prometí no hablar de ello, no decir la
palabra que lo resume pero, sin decirla, sé que la cinta sin fin con fin está a
punto de pararse porque cada vez tardo más en llegar. La culpa de mi vida no la
tiene mi madre, ni los hombres, ni el obstinado ladrido de un perro, ni la moda
incomprensible que hay que seguir porque es la moda, no la tiene Dios, la culpa
no la tiene nadie, la vida se presenta con esa frágil apariencia, tambaleante
en sus comienzos hasta que consigues la condición bípeda; entonces crees que
todo gira en torno tuyo y haces que todo lo que encuentras se amolde a ti
aunque tu papel sea el de esclavo o servil; no importa, tú estás por encima de
todo y la incomprensión del Universo hará de coartada para que puedas seguir
viviendo en este mundo de necios.
Hoy, una
urraca se ha subido encima de mi Castillo para verme mejor y ha seguido el
vuelo porque no le he parecido lo suficientemente interesante; la carroña que
quiere está mucho más fresca que yo.
ORÁCULO
La bestia, ha
llegado más pronto que ningún día; hoy tocaba, me saca una lengua kilométrica
desde la puerta mientras imito un fallo cardíaco por la inoportuna llegada y le
contesto con una parodia de orgasmo que le pone a tono, para, una vez cerca de
él, pellizcarle los mofletes como el que pellizca a un bulldog siberiano y
menearle la cabeza diciéndole - Uuuuuhiiiiiiiiiiii; a lo que responde con un
bizqueo, torciendo los dedos y replicando con voz aflautada - ¿Quién osa
perturbar la paz de este convento?. Los dos estamos en gallumbos, me pongo los
pantalones pero la bestia se va hacia la esquina, se coloca los huevos y decide
sacarlos a pasear, los calzoncillos son verde fosforito, enormes, se la casca
un rato.
- ¿Estás
tonto?
- ¿Me estás
llamando tonto?
- Yo no te estoy
llamando tonto, si te llamara tonto no te preguntaría si estás tonto, te diría
tonto sin estás; por eso te digo que si estás tonto.
Deja de
cascársela y repite:- ¿Quien osa perturbar la paz de este convento?
Es fácil
hablar con la bestia.
- ¿Estás?
- Si, un
momento.
- Hacía tiempo
que no nos veíamos, ¿sigues pensando que es imposible lo que pretendo?
No contesta,
sonríe.
- ¿Qué te
parece? ¿Es surrealista o real?
Se lo piensa,
la respuesta puede ser una lotería, pero en su caso no lo es; hace un breve análisis
mental de lo que ha leído y mirándome a los ojos y sonriendo (que bien sienta
cuando sonríe) me dice - Surrealista.
- Es real.
Mira de nuevo
lo escrito y cuando vuelve los ojos hacia mi le contesto con cara de chino y
agachando y ladeando la cabeza - ¿Entiendes ahora a lo que me refiero?
Se levanta,
coge su libreta y se aleja mirándome con cara de sorpresa (sólo es una cuestión
técnica y ahora es posible que hasta tú creas que soy capaz de resolverla).
Consulto al Oráculo, viene en forma de nubes medias semejando cuchillos, nunca
me ha gustado esta presentación porque me produce una hernia inguinal, bonita
de momento, pero que si aprieto duele. El Oráculo se transforma en una mujer
rubia, joven, recostada en los asientos de la sala de espera del Centro de
Salud, se echa encima de su libreta con el culo en pompa para dificultarme la
visión o para llamar más la atención; por fin me recuesto hacia atrás y consigo
verlo. El firmamento infantil de una casa-sol y las estrellas-pollas haciéndola
flotar en ese universo-coño de nuestra existencia.
- ¿Estás?
No puedo ver
la cara del Oráculo, su larga melena rubia no deja más que intuir una cara
tostada por el sol, celosa de que su secreto sólo llegue al que tiene que
llegar; entremedias hay ejercicios de inglés o tal vez sean planas
nemotécnicas, consigue que la ame y desaparece. Tengo que volver y no he podido
comunicar contigo aunque sé que estás ahí; necesito tiempo, silencio y
concentración (cuando el silencio se adueña de todo, el marco se agranda,
pierde su rigidez y permite el acercamiento), creía que ahora iba a ser
posible, pero Feliciano Felices se ha cruzado en mi camino, va del brazo de una
señora mayor; hoy tiene la elegancia de un batusi brasileño, delicado con ella
y siempre sonriendo me pregunta - ¿Qué tal?
- Bien, sigo
andando (muevo los dedos como si andaran), luce el sol ¿y tú?
- Bien, amigo.
Miro a la
anciana que camina mecánicamente. Es sorda o no quiere oír. Los ladridos de
Blacky anuncian su muerte o tal vez el cáncer que padezco, o tal vez las dos
cosas.
- Se acabó el
tiempo.
- ¿Me dejarás
ver alguna vez tu libreta?
- No la
entenderías.
- Aún así ¿me
dejarías? sólo por curiosidad.
- No la
mirarías por curiosidad, buscas algo determinado.
- ¿Y no puedo?
- Lo que
buscas todavía no está en la libreta. Lo siento, se acabó el tiempo.
- ¿Podré
verla? (le grito, una vez cerrada la puerta). ¡Es una mujer ¿verdad?!
Intento salir
de la habitación pero no encuentro la salida, decido andar marcha atrás mirando
de vez en cuando para no tropezar, cada vez la oscuridad es mayor y el olor a
polvo y la espiral del túnel hacen que salte al abismo como única salida; por
fin respiro, pero no acabo de caer; poco a poco la luz va llenando el espacio y
siento la rigidez de mis extremidades, agarrotadas, sin flujo sanguíneo,
totalmente aplastado contra una cama, dura, que me aprisiona hasta que la luz
decide poner las cosas donde estaban al principio y me libera pero con un dolor
que va a durar, como las últimas veces, casi crónico y no quiero volver.
- ¡La próxima
vez no cierres la puerta!
JONATHAN, SU HERMANA,
EL PATO Y LA JANIS
- He dejado
suficiente tiempo al título como para que se me pase el olor a meado, lefa,
zurraspa y miedo que, de vez en vez, cedía el paso a los chicles repasados,
escondidos, pero fáciles de encontrar debajo de la mesa, siempre cerca de algún
moco todavía fresco; esto y el pepino con sal, cortado a lo largo, eran los
tesoros que mostrábamos, indispensables para poder salir a la calle con la
esperanza de que ese día "el camión del hielo" regalara
"aspirinas". Tei y su burro habían regalado las boñigas tan
apreciadas por la Salva y, estábamos a salvo porque ya había pasado el Chabota;
con lo que no contábamos era que el animal del repartidor del butano, con su
carro de mano, lo soltara de golpe para que se soltaran una pareja de perros
que estaban unidos, dados la vuelta, hecho el "nudo", sufriendo lo
indecible por lo que se les venía encima, sin escapatoria; pasando una y otra
vez las ruedas pesadas, butaneras, por sus cuerpos rendidos, tal vez
esperanzados de que alguien los soltara.
-¡Guarros!
¡Perros guarros" "Delante de los niños!"
Supongo que lo
diría por los otros porque yo ya tenía casi 8 años.
Superado,
mejor olvidado y posiblemente con algunos errores; el acontecimiento del barrio
fue la llegada de los venezolanos; uno era gordo, el otro parecía Chicote de
joven y su hermana, nada de este mundo; ni en la vestimenta, ni en la forma de
andar, aunque la Toñi andaba como las mujeres de cine, la primera mujer
prohibida. La hermana tenía novio con coche descapotable. Y ellos ya besaban
como en las películas modernas, con lengua y saliva y olor a fruta machacada,
tabaco celtas y algo de pan y quesillo; las chicas del barrio se dieron cuenta
rápido de que aquello sí que era un verdadero acontecimiento, mientras yo y los
otros los veíamos sólo como gente que no era de aquí, raros, pero, al final
competencia, lo supiéramos o no. La cosa, tal vez no habría trascendido si no
hubieran hecho migas tan pronto con Jonathan, el Pato, el Petete y demás chicos
de arriba que eran malos, pegaban, fumaban y follaban. Lo que se decía en el
barrio era que Jonathan, primo del Pato, se había follado a su propia hermana
que tenía gafas, era larga y flaca y de paso fea de cojones, pero que aquello
no había sido un accidente sino que follaban diariamente y que el Pato también
se la había follado; cada vez que no aparecían era porque estaban follando; lo
que no entendía era cómo lo hacían para que su padre no lo supiera porque
siempre andaba por ahí y ello me hizo pensar que en esa orgía también él
participaba. Esto no era una fantasía pues tenía su base porque hacía muy poco
que la Janis, mientras follaba con el otro primo de Jonathan en la fuente del
Paseo de la Dirección, fue violada por el guarda del Canal, mientras el otro
primo den Jonathan veía la escena sollozando, no por lo que veía, sino por las
amenazas que le profería el guarda mientras consumaba el acto. La Janis empezó
a follar a los cinco años.
Así que aquí
había ya dos bandos: el de los folladores, fumadores, malos y palabroteros; y
los que no follábamos, ni besábamos con lengua aunque si dijéramos palabrotas.
SOLSTICIO DE VERANO
Ajenos a la crisis del hombre,
cinco conejos juegan al suricato;
cinco busbunitos fieles a la cita del año,
al alba del solsticio de verano,
se burlan, sin ofender, de la incredulidad urbana.
Un enfermo de cáncer con su volante no los ve.
Un hombre que va por el carril bici no los ve.
Un vendedor de productos clínicos no los ve.
María sonríe porque los ve.
Este amanecer no tiene onomástica,
ni sombrero de copa,
ni reflejo de sombra;
este amanecer calentará, como ayer,
los campos de avena.
Una salamandra se queda pegada al cristal del metro;
Un enfermo de cáncer con su volante no la ve.
Un hombre que va por el carril bici no la ve.
Un vendedor de productos clínicos no la ve.
No es una leyenda urbana,
acuden;
pero no sabemos que es en el solsticio de verano.
V. El nombre
de El Miserable se lo puso él mismo a raíz de que su mujer, un día de esos que
parece que hay que hacer zafarrancho le soltó, no con la determinación de
colocarle ese adjetivo por sus omisiones sino precisamente por sus acciones,
que ella como mujer, conocía por las evidencias químicas que dejaba Milton cada
vez que pensaba en Karen. Aún así, Milton determinó que desde ese día sería El
Miserable porque le pegaba con la tonalidad dramática que aún zumbaba en sus
oídos.
El Miserable
sólo aparecía cuando hacía bueno, tenía alteraciones en la piel que necesitaban
baños de sol y aprovechaba para encontrarse a si mismo en la soledad del
desierto. No es el mejor momento para recordarle; llueve, hace frío y su
compañero de viaje J.J. Rousseau hace tiempo que perdió su bloc de notas y su
caja de pinturas; además las hierbas que buscaba se han marchitado en un bloc
de gusanillo, el celofán ya es amarillo y el polvo se instala conversando con
mis zapatillas; pero hay algo de mí que todavía me da pistas de por qué Él era
tan odiado. Su cuñada nunca se refería a Él con su nombre de pila, en las
reuniones de familia, estuviera delante de quien fuera siempre se refería a él
por Él y eso le causaba a El Miserable, antes Milton, una especie de zozobra
exclusiva que no podía dejar escapar, así es cómo supo por su facilidad para
hablar con los perros que su cuñada perdió el deseo sexual hacía quince años y
todavía no lo había recuperado. Obviamente a Él ella no le interesaba.
Rousseau y Él
tenían la costumbre de comer una naranja y una manzana al mediodía debajo de un
gran almendro, única sombra en todo el paraje, hablaban de la situación actual
en el mundo, de por qué el hombre era ahora malo, de la Época de la Felicidad
en el Neolítico y comían avena salvaje y sonreían cuando sorprendían a los
conejos por la espalda. Rousseau sabía que El Miserable moriría de accidente
(léase homicidio) pero nunca se lo dijo.
Ahora sé cómo
se consigue esa cuestión técnica, yo te hablo, tu no me entiendes o no me
quieres entender, sé que nuestra unión es la luz verde pero si yo no la
enciendo tú no sabes que estoy ahí, aunque esté. Me hablarás de amor y de amor
te hablaré aunque no te ame, representaré mi papel y hasta buscaré tu luz verde
con ansiedad; o tal vez me hables de tus cosas y yo fingiré interés o no, esto
dependerá de lo que quieras contarme, sea verdad o mentira lo que me estés
contando. Contaré tu historia, si la creo interesante y volveré a preguntarte
¿Estás?
Ahora, es
posible que empieces a interesarte por mis historias. Hay algo que deja dudas
de si lo he vivido o si es fantasía, será interés morboso. Sólo espero que una
vez superado ese interés pueda, realmente, saber cuál es tu historia. No creo
que llegue nunca a tener la certeza de si me estás contando la verdad, o lo que
es peor, de si eres sincera conmigo; trataré de que el mundo
"virtual" sea real, aunque sea increíble.
Un mensaje por
el móvil puede llegar si tienes cobertura suficiente, si no lo tienes apagado,
si estás - ¿estás? cerca de él. Un mensaje por el móvil puede llegar tarde o no
comunicar nada si no estás. Ahora deja el móvil y piensa en comunicarte
conmigo, sólo piénsalo como yo pienso en ti, igual de intensidad, igual de
duradero, igual la presión que llegarás a dominar, a veces no sale igual porque
nuestro planeta no es el centro del Universo pero nosotros sabemos cómo hacer
para que tú y yo estemos conectados.
- ¿Sabes que ella
no cree en lo de la “cuestión técnica”?
- Tiene que
pensar que son coincidencias.
- ¿Y tú no lo
piensas?
- No. Lo he
demostrado más de mil veces.
CONVALETENTIA
INGUINALIS II
- Hacía tiempo
que no nos veíamos.
- Hacía tiempo
que no nos encontrábamos jodidos.
- ¿Cómo estás?
- Esta mañana
tenía una franja negra que me recorría la parte superior del testículo derecho
y esta tarde se ha extendido al pene en sentido longitudinal hacia el glande.
Está dentro de lo normal.
- ¿Y la
herida?
- Se parece al
chocho de..., con esas grapas soy incapaz de..., ¡mira que me han cosido
veces!, pero con grapas, no sé, se pega al muslo derecho; tengo que lavarme
mejor, el pegamento del vendaje sigue estando y...
- ¿Estás solo?
- Si.
- ¿Qué tal el
paseo?
- Mal. Uno de
los yonkies del barrio, hasta me ha ayudado a abrir la puerta del chino para
que pasara, le he dado las gracias, la verdad es que no me lo esperaba; llovía,
tapado con la capucha, el chándal y el bastón y las dos barras de pan... Es
posible que le diera pena, me asfixiaba un poco el aire de la mañana.
- Y estás
sólo.
- Si, como
siempre.
- ¿A qué sabe
estar sólo?
- A encerrado.
- ¿Y, el resto
del mundo?
- La verdad es
que parece un servicio de urgencias al que espero no tener que llamar. Llevo
todo el día dándole vueltas a la cabeza. Todos tienen una familia a la que
tienen que atender, debe ser una ley natural; imagino cómo sería al revés, de
todas formas cada uno es de una manera de ser y yo dejé de tener
"familia" hace casi cincuenta años.
- Estabas
avisado.
- Esos avisos
nunca quieres creértelos.
- Es posible
que necesitaras estar sólo.
- Ahora si, en
este preciso instante si, pero el costurón hace que se palpe el antes y el
después. Sé sacar partido a cada situación, por muy chunga que se presente.
- ¿Quieres evitar
hablar de ella, no?
- Estamos
hablando de ella desde el principio, estamos en su terreno.
- No eludas la
cuestión.
-
¿Sinceramente? Perdona, estoy actuando como un gilipollas.
- Tienes un
mensaje, es de ella ¿no?
- Si. Son las
23:45 y me dice que me quiere.
- ¿Estás más
tranquilo?
- No consigo
saber si está bien. Nunca lo consigo.
- Bueno, al
menos cuando estás concentrado comunicas con ella y ella responde.
- ¡Ahora sí
que me has matado! ¡Ahora es cuando necesito que esté!
- Estás
perdiendo inteligencia muchacho. ¿Para qué la necesitas? ¿Para que te cuide?
- Tienes
razón.
- Entonces...
¿seguimos como estamos?
- Claro.
- ¿Tienes
sueño?
- No, si
acaso, la cabeza la noto un poco embotada.
- Refréscate y
te sentirás mejor.
- Gracias
socio, hasta mañana.
LA LUZ VERDE
De vez en cuando, cada vez más corto el cuándo,
miro esa luz que quiero ver verde
y permanece gris; no inquietantemente gris, sino gris,
cerrada, sin acceso;
espero y deseo que se encienda
pero permanece gris, cerrada, sin acceso,
y las dudas aplastan mi inteligencia y quedo sólo,
vulnerable y vacío;
ocupo espacios deprisa para ocupar lo que ya no tengo,
tiempo;
y esa luz que quiero verde.
que me devuelve la vida,
permanece gris, cerrada, sin acceso.
Y quiero gritar por mi torpeza,
desmoronar los hitos concebidos,
que vuelva la locura y la vida y hacerme nuevamente esclavo
de ella,
pasear por donde paseamos tantas veces y amarnos como dos
locos,
sentir su aroma y morir en sus ojos,
repasar sus pliegues y untarme de su néctar,
besar la sien y sorber sus labios...
Gracias luz gris,
aunque gris,
he vuelto a llenarme de ella.
PASANDO AL NEGRO (KINASKI)
Hoy he
decidido pasarme al negro; quiero, aunque no lo tengo decidido entender al
pueblo ecuatoriano (a poder ser en su origen y si fuera posible en la selva
donde las mujeres son guapas y nobles y simples aunque honorables y demuestran
a cada momento lo limpias que son, aunque tengas las tetas feas) y hoy sé que
me va a costar mucho olvidarme de Karen. Quería salir y tomarme unos pinchos y
un gintonic por ahí pero me vestí de negro y pasé de ir solo gastando dinero
para que me den un servicio de mierda y he decido quedarme hacerme una tortilla
y prepararme los gintonics que hagan falta porque no tengo que volver, ya
estoy.
Me gustan las
mujeres morenas que hablan por teléfono como si el mundo no existiera, y pasan
de ti como de comer mierda, y desvían a las otras que solo quieren cotilleos;
aquellas hablan con quien quieren y lo pasan bien, mientras las otras, rubias
de bote, se aburren porque no tienen con quien hablar.
Visto de negro
porque entalla, no hay talla 38, no se ensucia y en la Luci se acomoda como
guante solidario que suelta amarras y deja ser; lo de entender al pueblo
ecuatoriano tiene su miga porque en estos días donde he tenido que estar
barbado para que se vea a quien hacen la afrenta he podido comprender la
distancia que separa a Taipe del resto del mundo porque él pertenece al
Pacífico, anclado en las arenas de la isla de Pascua, o pertenece al mundo
quechua aunque no lo hable dice, o a los tótem sioux o chiricaguas del norte de
América porque los que no entendemos somos nosotros pero ellas nos lo harán
entender porque son sabias como brotes de la selva que cura heridas imposibles
de curar; y con Karen, ya me han preguntado, como si fuera su marido más de
dos, mujeres claro, que cuándo viene, que hasta cuándo está, y yo respondo, no
del todo sincero que el martes (ya que yo también tengo que venir) y después
qué pasará, qué pasará cuando cambien el sistema, cómo podré sobrellevar lo mal
que he sobrellevado estos días, aunque nada ha ayudado, compañía estúpida en
cada momento, paseos cuenta pasos que, a modo de gimnasia, ayudan a que den la
hora. Karen no da señales de vida, aunque vive, lo sé. Lo último que sé es que
esta gorda, parece que es lo único que le preocupa, se pone hasta el culo de
Albariño y supongo que aprovechará todo lo que le queda para llenarse de sol.
Ahora pienso que esto debería ponérselo en el correo para que vea otro estado
más de mi, aunque ya lo sepa, ya que me espía; dependerá de mi vanidad o tan
sólo de mi (Miles me dirá, de qué depende) mientras tanto me voy a mear. Ahora,
que voy por el cuarto, Karen, ya que decidiste no darme el masaje en la
espalda, ni depilarme el entrecejo; lo de explotarme la espinilla lo dejamos
porque, eso creo que sólo la Rubia lo ha hecho y jodiéndome bien; Karen ya que
no me cortas las uñas de los pies porque yo no llego, corrígeme este escrito
que yo paso. Así escribes ¿no Karen?, si pudiera comprender a los ecuatorianos,
hacer surf vestido de negro y coger, mojado, a Luci y seguir hasta dar la
vuelta sin que la arena del mar pelara mis huevos, llegaría a poder olvidar a
Karen. Mientras tanto heme aquí. Miles eres la polla, aunque tenías ayuda ¿no?
Coltrane es mucho.
¡Hala, Karen!
Tienes trabajo, corrige, el tiempo se acaba.
Vamos por el
quinto, lo malo es que los lleno mucho y ahora el objeto más glorioso de mi
cuerpo puede que sea mi ombligo, por la cantidad de gintonic que contiene,
espumoso y refrescante y lleno de notas lentas entre dedos que saben y que
quieren seguir sabiendo y reconociendo y, por ello, dedos amigos con los que
hemos viajado y recordado y que cambian y se vuelven feos pero que saben tanto.
Ahora dormirás
o no, y te dará una pista, a lo peor no; algún día te contaré siete secretos
que te quedan por conocer; espero que ninguno te suene a viejo chocho, porque
no lo soy. He buscado tiempos y he buscado lugares y el que haya estado cerca
se ha enamorado de ti sin conocerte, porque me he sentido en ti y la espuma de
las olas del mar, cuando sopla del norte y hace frío hace que estemos y sólo
estemos para nosotros; ni siquiera para ti Karen, porque he llegado a tenerte
tan cerca, no de mi piel, sino de mi alma, que he podido hasta olvidarte y
poder ser feliz en mi libertad de poder no compartir ese instante ni siquiera
contigo mismo. He danzado con las olas, he visto nuestra estrella volver a su
retorno para pedirnos una nueva oportunidad, el cosmos a tu merced. ¿Cómo te
sientes Karen?
¿Sabes lo que
más me gusta de ti? Que puedes decidir o no.
Venga, no te
canses corrige.
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