Páginas

jueves, 12 de septiembre de 2013

SERÁN LOS ASTROS

SERÁN LOS ASTROS
La parte mezquina que todos llevamos, la que sobresale por encima de lo que has creído que era todo superior, la que aprovecha el descuido o lo que es peor la que fagocita todo lo que has entregado. Esa es la que mató, no el amor porque ello era imposible en la biología de X, sino la creencia en el amor. Desde ahora la melancolía, la tristeza, la cabeza baja, el cuerpo caído, la elegancia muerta de la rutina ignorada, el descuido en el aseo, las vueltas y vueltas, el cigarrillo ajeno, la celda de todos los días. Todo por esa parte mezquina, egoísta, no verdaderamente oidora, la que nunca está aunque le digan y le digan, la del sarcasmo ante la pena, cuando de verdad es pena; la del que mira a otro lado cuando le piden una limosna. Primero, tal vez no fue primero, su editora le dijo:
- Tú no eres poeta
- ¿Qué no soy poeta? (¿A poet?)
- ¡Querrás decir que no soy homosexual!
- Eso.
- ¡Ah, eso es otra cosa!
(Me inquietan sus rechazos cuando el bulto aprieta. Así que el mar, las plumas, el azul y el bulto ¿se referían al bulto del paquete? Sorprendente, pero muy posible, lo dejaré para la tercera lectura. ¿Hablaré por las noches en sueños? ¿Diré su nombre?)
- ¿Será que, de nuevo, la tristeza la invade, cada vez más?
Parece que lo ha asumido. Serán los astros, la Luna siempre se interpone y ellos brillan con luz propia, no necesitas descansar, necesitas un descanso. Iba de verde, de verde claro y brillante. Su melena rubia tapaba la mitad de su mirada, la luz que salía de su cara era clara y desnuda. Una chiquilla vino a verme y se fue triste y madura. Nos separamos, tal vez para siempre y el amor, y la ilusión y lo que hicimos y el querernos tanto. (Hemos dormido bien, estamos cansados. Mi inteligencia me dicta que no puedo dejarte, eres vital para mí. No vuelvas a decir que eres una gilipollas.

Pasó la tormenta y el tedio
de la palabra queda en el olvido.
Iba de verde, de verde
claro y brillante,
y la sigo teniendo en el corazón,
mi vida, mi amor,
sigo vivo.
Sigo vivo.

Estos fueron los últimos gritos de amor de X, hasta que escupió el beso de la codicia o lo que es peor le supo a pánico. El ratón ya estaba en la jaula, daría vueltas a la noria hasta que, cansado, se ahorcara como única salida.
Después ella se lo confirmó. La mirada lejana, el viento que despeina al espantapájaros. La mirada lejana y una arcada cerebral que agarrotó todo, hasta lo que hicimos.
Una chiquilla vino a verme y se fue triste y madura.
- ¿Madura? ¡Cómo que triste y madura! Me hace mucha gracia ¿por qué madura?
- Si, madura; no lo sé, es posible que lo que pretendo se haya intentado antes, las cosas cambian ¿estás? Sólo tengo que afinar. Técnicamente ahora es más fácil que cuando no existía internet. Ahora se "interactúa" pero si no consigo amansar mi vanidad no llegaré al público que pretendo, de todas formas mira las fechas, nuestros estados de ánimo cambian con facilidad y siempre hay un antes y un después. No tengo la facilidad de Bretón ni, mucho menos, la de Raymond Roussel para describir matemáticamente el estado de nuestra materia y además aburriría el perder la idea. Prefiero la idea (concepto) sobre la descripción. Sobre las ideas podemos actuar.
- ¿Triste?
- Me lo pareció, de todas formas, sólo de pensar en el trabajo tedioso de la clasificación de mis entregas me dan escalofríos. Ahora temo perderte porque percibo tu intranquilidad. Puede que no esté loco por tí, ¿no? Puede que esté loco de atar.

Y con ello obtendrías el escape.

No hay comentarios:

Publicar un comentario