Páginas

viernes, 24 de abril de 2015

CONVERSATION

- Hola Peter.
- Hola John.
- Se te ve la voz apagada.
- Sí, no estoy en mi mejor momento. Te llamo para decirte que voy a cerrar el negocio...
- ¿Te rindes?
- Más o menos; se me acumulan los enanos, siempre los he odiado, no a los enanos sino a que se me acumulen, me agotan, demasiada tensión pretendiendo que no se note o, lo que es lo mismo, tratando de que lo pueda sobrellevar. Ya la semana pasada no pude publicar. Necesito el mar ¿sabes? oigo su batir en la noche, sólo oigo su batir en la noche, un cuadro azul y negro, no hay olor a mar, sólo su profundidad. Todo empezó, justo una semana, creo; mi editora me había recomendado que fuera a esa presentación, ya sabes lo que me cuestan estas cosas; ¿has visto a Goytisolo recogiendo el Cervantes sin chaqué? ¿con esa corbata que alguien le regalaría hace treinta años? Siempre ha mirado así, pero cuando miraba al rey, miraba como alguien que ha sido empujado a la mazmorra. Pues fui a esa presentación, me presenté ante unas Carmenes Posadas, aunque ahora que lo pienso creo que soy injusto con ella. Había una directora, una vieja, una botulímica, una esclava, una fotógrafa, una lista, una tonta, Paco que era el que vendía el libro y yo. La directora me hizo un tercer grado afortunadamente corto y me presenté como un devorador de libros harto, aunque no es cierto, de leer siempre la literatura arqueológica o algo así les dije y buscando nuevos autores que se les pueda leer. La directora a la que yo llamé jefa y dirigente me preguntó que qué es lo que leía, todo esto revolviendo una especie de guión que llevaba, una especie de orden del día, con preguntas y anotaciones. Llois (Joyce), le contesté. ¿Y eso, qué es?, me respondió; nunca me lo habían puesto tan fácil; Bueno, es un escritor irlandés, era. Paco se quedó un rato mirándome, calculo que dos o tres segundos, esbozó una sonrisa y supongo que recibiría mi "gracias" mientras la señora dirigente que ahora recuerdo se llama Pepa, removía papeles, tocaba libros, comía patatas fritas y me dirigía un no sé, no sé. Había quedado con una furcia para beber y me despedí de aquella gente dándoles las gracias, me dirigí hacia la barra del garito donde se vendía el libro, pagué mi café y escuché entre risas un no se qué y sigamos. Lo primero que hice cuando revisé mi material fue comprobar que ninguna de las asistentes, ni siquiera la directora dirigente, que tan amablemente me invitó al evento, fuera seguidora mía, lo cual era evidente.
- Bueno, ya sabes que a esas cosas hay que ir preparado. Acuérdate de la última que tuviste en plan famoseo. Vergonzoso ¿no?
- ¡Ya lo creo! Estoy convencido de que en aquella, más de uno acabó haciendo yoga. ¡Dios, qué pasteleo! ¿te estoy entreteniendo?
- No, realmente, estaba esperando a mi mujer, pero, como de costumbre, me ha dado plantón.
- Yo creo que tiene novio.
- O novia, vete tú a saber.
- Pues, luego han sucedido esas cosas que me hacen volverme tan paranoico. Es el mar, o el exceso de circulación, los médicos, la priva, la puta agenda y ese miedo que tanto me aprieta las clavijas. No puedo con los cumpleaños adelantados. ¿Te lo imaginas? ¿Cómo te va?, iba a poner ¿cómo te va la vida? pero la vida ya sabemos todos cómo nos va, ahora sólo queremos saber si somos capaces de aguantar nuestra irreflexiva e insoportable soledad, la que hemos elegido, con tal de no perdonar. 
- Ya te dijeron hace tiempo, "bienvenido al maravilloso mundo al que has llegado y del que sabes que nunca te leerá más del cinco por ciento". No lo dejes, por favor.
- Aunque no sea más que para que tú estés ahí, no lo dejaré.
- Gracias.
- No sé si ésta noche cenaré solo. Ahora estoy bien.
- ¿Lo harás por mi?
- Ya te lo contaré a la semana que viene. Gracias amigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario